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ENTREVISTA CON RAQUEL VÁZQUEZ DODERO


Gerente en Fundación Pedro Cano (Murcia)

Perfil LinKedIn


Raquel Vázquez-Dodero estudió Historia del Arte y lleva muchos años trabajando dentro del mundo artístico. Tuvimos una entrevista personal con ella muy interesante que duró algo más de una hora. Hablamos sobre la sensación de abismo de los artistas al terminar la carrera, de las carencias dentro de la educación artística, del mercado, de la venta de obra por internet, del funcionamiento de las galerías contemporáneas,... 
¡Estas son las cuestiones más interesantes que sacamos del meeting! 

¿Qué crees que debe hacer un estudiante de Bellas Artes al terminar la carrera?//
Creo que lo primero que debe hacer un estudiante de cualquier disciplina cuando  ha terminado la carrera es darse cuenta de que ni siquiera ha empezado todavía. En estas carreras, en las que el alumno tiene un abanico tan amplio, su sensación suele ser aún más caótica, suele pensar “he terminado la facultad y no tengo ni idea de hacia dónde ir”; en otras disciplinas, como la restauración o el diseño, a veces se ve con más claridad el camino. Creo que los pintores lo pueden tener especialmente confuso. 
Seguir formándose es una opción estupenda para quien lo pueda hacer. Viajar al extranjero, intentar entrar en una galería, presentarse a concursos; el joven artista debe diseñar el marketing que va a hacer de sí mismo... pero siempre, cuanto más amplio es el abanico, más sensación de pánico tiene un recién licenciado.



¿Qué opinas sobre la educación artística?, ¿Qué significa para ti?//
La educación artística es imprescindible. Sobre todo creo que se debe estudiar a los clásicos, y por supuesto conocer las técnicas y las últimas tecnologías. Sin embargo, creo que un artista puede haber estudiado Bellas Artes o haber estudiado Físicas. El que haya estudiado Bellas Artes aprenderá una serie de cosas que le serán muy útiles, pero si realmente es un artista, no le hace falta estudiar la carrera. Yo con la carrera de Bellas Artes tengo mucha prevención, porque según dónde la estudies o en qué época la estudies, puedes dar con profesores buenos o malos que te destrocen, o todo lo contrario. Te voy a poner un ejemplo: yo trabajo en un museo, la Fundación Pedro Cano, que está en Murcia. Pedro Cano estudió Bellas Artes en Madrid; él pintaba desde pequeño, cuando tenía once años le regalaron una caja de lápices y con aquella caja hizo maravillas. Llegado el momento de hacer una carrera, fue a Madrid y consiguió entrar en la Real Academia. Estudió con grandísimos pintores que hoy literalmente han pasado a la Historia. Uno de ellos, quizá el más famoso, le dijo literalmente a Pedro que nunca viviría de la pintura. Se produjo un desencuentro que podría haber sido fatal…
Uno debe tener la vocación descubierta con verdadera certeza, porque si estudias Bellas Artes pero sientes que no hay nada realmente en lo que veas que eres bueno o veas que tienes un potencial por el que vale la pena apostar, no tiene sentido emprender ese camino.  

Es decir, que parte de la clave del éxito es la autoestima.
Creo que en casi ninguna otra carrera profesional influye tanto la autoestima, por llamarlo de alguna forma. Mira, en las galerías el artista es, entre otras cosas, un proveedor. Y ningún otro proveedor es tan complicado. El artista es el que te provee  a ti, como galerista, del producto que vas a vender, pero con él tienes que tener otro tipo de relación completamente distinta, porque estás trabajando con algo que le sale a él del alma. A veces, por ejemplo, no te quiere vender lo que ha hecho. Y no puedes decir que no lo comprendes, pero al mismo tiempo dices: “oye, pero que tienes que ganarte la vida!”. El artista tiene que ser capaz de ser vendedor, de ser comunicador, de llegar a un montón de gente, de ser hábil colocando su producto, porque al final tiene que pagar facturas. Pero para ningún otro “vendedor” importa tanto el estado de ánimo, el espíritu. 
Creo que algunas universidades privadas han potenciado en su grado en Bellas Artes la cuestión del pintor como profesional. Y me da la sensación de que la clásica Bellas Artes de la Complutense no potencia eso. Es decir, debería haber una asignatura que te enseñase por ejemplo sobre redes sociales, porque ahora mismo, las redes sociales son fundamentales para cualquier autónomo, y el artista es un autónomo. Es alguien que debe estar constantemente vendiéndose, y hoy en día para venderte, una de las herramientas más útiles que hay son las redes sociales. 

Hay algunas asignaturas teóricas sobre sociología, teoría de la comunicación,…
Sí, teóricas. Pero me refiero a que te enseñen a venderte, a comunicarte con esos círculos que pueden mover tu obra.
Sin duda, lo primero que debe hacer el joven artista es preguntarse: “¿dónde quiero estar? ¿en Madrid, en Chicago, en Sudamérica? ¿qué es lo que yo hago?, ¿dónde puede gustar esto?...” Son reflexiones muy personales que hay que valorar a la vista de un estudio del mercado, del espectador… pero después de saber dónde quieres estar, debes reflexionar sobre cómo lo vas a conseguir. Entonces es cuando se hacen imprescindibles cuestiones de venta pura, de marketing, de comunicación, de estar en la red...
Hay webs que se dedican a vender obra por internet, ¿Crees que tienen algún futuro?
Esas webs ya tienen muchos años, pero no funcionan porque no están bien organizadas y porque además el concepto no encaja en internet. No venden. No creo que sea el canal adecuado para alguien que todavía no es conocido. Quizá sí para alguien conocido. Famoso o no, pero conocido por el comprador.    
¿No será porque el comprador necesita ver la obra físicamente? Porque no es lo mismo ver una obra en foto, que verla en directo. Digamos que la obra pierde esa fuerza que tiene.
No lo creo. Por ejemplo, hoy en día se compran por internet, gafas de sol, zapatos,… cosas que tradicionalmente hemos necesitado probarnos. Hace 50 años, si te hubieran dicho que ibas a comprar por correo unos zapatos probablemente habrías dicho que no.
Sí, pero digamos que el arte incluye esas sensibilidad, esa comunicación, esa relación obra-espectador que se produce en presencia de la obra. Por ejemplo con las obras de Rothko.
Sí, y los zapatos me los voy a poner en los pies y ando con esos zapatos, si me duelen los pies no podré andar. Al comprar por internet te expones a un cierto riesgo, pero tiene otras ventajas (el mercado es más amplio, el precio a veces conviene más…). Creo que el concepto cambia cuando se trata de algún artista al que conoces. Porque justamente esa comunicación con la obra, esa sensación de la que tú hablas, ya sabes cuál va a ser cuando estés en presencia de la obra. Por supuesto que no lo ves igual en una foto,  pero cuando tú ya conoces al artista, sabes lo que te sugiere esa obra. Volvamos al ejemplo de Rothko: yo puedo anhelar verlo en vivo; sin embargo, podría imaginar qué sentiré cuando lo tenga delante. No pasa con los artistas desconocidos. O, digamos, el riesgo de que no pase es mucho mayor.
Por supuesto si es un artista consagrado el riesgo se reduciría altamente. ¿Pero que ocurre con un artista emergente?
Creo que ese artista tendría que poner esa herramienta muy fuertemente en marcha entre las personas que ya le conocen. Eso al final será una progresión geométrica, es decir: un artista hace una exposición y se da a conocer a cien personas. Por poner un ejemplo muy concreto: debería ser capaz de recabar datos sobre esas personas que en algún momento han estado interesadas, para después volver a contactar con ellos. Y ese tipo de mecanismos no os los enseñan en la facultad de Bellas Artes, aunque para eso hay herramientas. Supón que haces una exposición en una pequeña galería, y sabes que durante ese tiempo van a ir a verla N personas, ¿cómo consigues que esas personas te den su e-mail? Y es así como se debería funcionar, porque esas personas que han visto en la realidad la obra, cuando la vean en una pantalla ya sí se van a poder hacer una idea. No es sólo: “lo voy a colgar en la red a ver si vendo algo”. Es tener una estrategia detrás que dé sentido a todas las herramientas que ahora tenemos al alcance, y que por sí solas no pueden lanzar a un artista fácilmente.
En Bellas Artes enseñan las técnicas, pero luego sales a la calle y ¿qué haces con las técnicas? A muchos artistas les cuesta pedir dinero por sus cuadros, sobre todo al principio. Digamos que es algo que llevan haciendo mucho tiempo, que disfrutan con ello y que podrían considerarlo su hobby; pero en ese caso podrían haber estudiado Físicas y haberlo mantenido como hobby. Si quieres ser un profesional tienes que serlo en todos los sentidos.

¿Cuándo trabajabas en la Galería Trama, cuál era tu criterio para seleccionar a los artistas?
Lógicamente buscaba una coherencia al elegir los artistas, basándome en la trayectoria que había seguido la galería, la relación con los clientes, el deseo de innovar, la necesidad de ingresar X dinero cada mes… había artistas que exponían más o menos cada dos años, pero mientras para algunos dos años es muy poco, para otros es demasiado... algunos tenían otras exposiciones en otras ciudades, algunos iban a ferias con nosotros, otros sin nosotros… hay que tener en cuenta muchas cosas a la hora de hacer una programación. Lo más importante es que el calendario de exposiciones sea coherente con la trayectoria de la galería, de los artistas y de los clientes. Y que, dentro de eso, vayas incluyendo novedades o cambios, sin que nada “colisione”.
¿Cuándo escogíais a algún artista nuevo? ¿Conseguíais introducirlo rápidamente?
La gente es más reacia cuando no conoce un nombre, y a la galería llegaban muchas propuestas de gente desconocida. Por e-mail, por carta, porque venían ellos mismos y nos presentaban sus trabajos, o a veces porque nos lo recomendaba otra galería. De esas propuestas muy pocas interesaban. 
¿Por qué?
Porque la gente ofrece lo que a ellos les interesa, no lo que te interesa a ti. Es muy difícil que lo que te presenten te encaje. Hay que ver mucho material y a muchas personas hasta dar con alguien que no sólo sea interesante y tenga una obra de calidad, sino que además encaje en el entramado propio.
¿Los  clientes suelen ser fijos?
No es que suelan ser fijos. Sí que mucho más que en otros comercios. El que compra mucho, compra en muchas galerías, pero el que compra poco, suele reducir más su espectro, sobre todo si tiene confianza en el galerista. Digamos que por lo menos la mitad de las compras solían ser de personas que ya eran clientes de la galería. Si un mes organizábamos una exposición muy sorprendente, de pronto aquello “pitaba” y les encantaba o era un chasco total, y eso forma parte del ritmo de una galería. Es duro ese ritmo y la galería tiene que estar preparada para pasar un mal mes.

¿Cuál es tu opinión sobre el mercado de arte contemporáneo?
Es complejo por lo cambiante e imprevisible. Las modas influyen muchísimo, y a veces es difícil entender su comportamiento. Algunas tendencias surgen de obras muy llamativas que, por ejemplo, un año en una feria llaman mucho la atención, y de pronto mucha gente demanda ese tipo de artículo. Los medios de comunicación resultan fundamentales y contar con su apoyo siempre ayuda. Los críticos, los comisarios y los proyectos que se hacen en grandes museos tienen mucho eco… hay infinidad de variables que definen las tendencias de cada temporada. Diría que a todo eso subyace un interés por la calidad que siempre funciona, pero a veces cuesta comprender el comportamiento del mercado, igual que pasa, probablemente, en todos los mercados.
Estar en el sitio adecuado en el momento adecuado le pasa a uno de cada mil. No se puede apostar todo a una carta. Recomendación: trabajar, trabajar, trabajar, trabajar,… Si lo que haces es pintar, pinta todos los días, y si un día no pintas, siéntete mal porque no has hecho tu trabajo. También tienes que conocer el sector; a los críticos de arte, a los comisarios, a todos! Mi consejo sería: lunes, pinta; martes, pinta; miércoles, pinta; jueves; pinta y el viernes sal a la calle, vé a vender y a conocer tu mercado. Ese día pásate varias horas en internet, entérate de qué hay en las redes, qué sale en la prensa digital, quién escribe, quién hace comentarios sobre eso que la gente escribe, qué dicen los críticos, quiénes son los líderes de opinión, qué premios se han convocado, qué se dice en los blogs, ve a galerías, a museos, a ferias… y sobre todo, averigua quién decide lo que la gente compra, porque recuerda: compramos lo que nos dicen que compremos; y sucede así en casi todos los mercados.
Una cosa que tengo clara es que esto no es para ricos, no necesariamente. Comprar arte es una cuestión de prioridades. La gente tiene identificado que en una galería entran personas con mucho dinero, pero no es así. La mayor parte de la obra se vende a personas para las que el arte es algo importante, aunque tengan que pagarlo a plazos o prescindir de otros lujos.

¿Crees que un artista tiene más posibilidades fuera de España?
 Por el momento que estamos viviendo, creo que casi cualquier joven puede encontrar más oportunidades en el extranjero que aquí. Para un artista puede ser exactamente igual. El del arte es un mercado que se paralizó muy al principio de la crisis y se volverá a movilizar muy al final de la crisis. Será de las últimas cosas que se recuperarán, porque se percibe como algo prescindible. A esto se suma que no se invierte nada en cultura y que en España el concepto de filantropía cultural prácticamente no existe, por lo que son pocos los que patrocinan cosas a fondo perdido. Muchas galerías han tenido que cerrar, otras se han vuelto más comerciales y ahora son menos innovadoras… el país está muy anquilosado. Independientemente de esto, siempre he pensado que la experiencia en el extranjero es enriquecedora para todos, por lo que animo a todo el mundo a irse. Hay muchas oportunidades en Asia o en Sudamérica, en países que están prosperando más que España. China, por ejemplo, es ahora mismo un mercado muy activo, pero hay muchos otros muy atractivos para cualquier joven con espíritu emprendedor.


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